MADRE: una flor con muchos pétalos.
Por Graciela Garza.
Madre y Educadora.
¿Cuántas cosas podrían escribirse en torno a esta esforzada persona, existen todas las palabras?
Cuántas ternuras en torno a ella, cuántos desaliento, cuántos momentos de espera y aliento, en fin… tantas cosas, tan simples que a veces se vuelve difícil identificarlas.
Pensar en términos de Madre implica mucho más que simplezas, más en estos tiempos que obligan a redoblar esfuerzos y ellos siempre tienen los mismos destinatarios: LOS HIJOS.
Cabe la pregunta ¿Qué deja de hacer una madre? O… mejor la cambiamos por ¿Cuánto hace y da una Madre?
Entonces aparece todo un aluvión de acciones desde el inicio soñado y anhelado mientras acaricia su panzota que crece esperando su ángel, hasta cuando disfruta nuevamente jugando con sus nietos cuando ya tardíamente tiene vida nueva. Claro y simple, vuelve a ser madre en los retoños que crecen reproduciendo, a su entender, los mejores genes. Si, los mejores porque representan parte de su esencia.
Solo por momentos encuentra su mente divagando, allí aparece el futuro de su hijo/a complicándola, sí quizás más de la cuenta. Pero no importa, es parte de sus sueños, esos que tiene escondidos y que alimenta con esfuerzos y renuncias porque es lo mejor para ese pedacito suyo.
Otras veces, la molestia la invade, sacándola de sus cabales, porque su preciosura hizo lo que creía que “no se debía a su entender” y, mientras escoge las palabras adecuadas, esboza una sonrisa cómplice para dentro pensando cómo justificará ante quien no entienda esta acción de su criatura.
Madre siempre en todo momento, todo terreno, astuta o ingenua pero trabajadora incansable de horas descartables para otros. Siempre imaginando futuros mejores para sus hijos, a pesar del tan temido olvido de su criatura cuando ha crecido porque la vida lo obliga a tomar decisiones.
Posee la habilidad innata de metamorfosearse siempre, adaptándose a las circunstancias que muchas veces no conoce pero disimula con maestría excepcional, mientras cubre con un manto de paciencia la circunstancia inesperada, para pensar un aplicativo menos traumático.
A veces, se sabe/ siente reemplazada por deslumbramientos momentáneos de otras personas que supone rivales de madre, entonces esconde su temor de ser desplazada silenciosamente y vuelve a la carga analizando las razones del breve, intenso y dolorosa alejamiento que perturba el hilo de la comunicación con su vástago.
Mucho podría escribirse sobre este personaje nunca reemplazable, por eso, para intentar cerrar deshojaremos la flor colocando en cada pétalo una palabra que puede caberle en su intensidad: amiga, cómplice, portadora de límites, fans silenciosa de su hijo, abanderara de la entrega, paladín de la paciencia…
¿Quedan pétalos para vos, le colocarías el nombre?
Octubre de 2007.
Artículo realizado para la Revista Equipo Mamá de distribución gratuita, en la ciudad de Córdoba,