EL LENGUAJE DE LA TERNURA.
Lic. Graciela Garza *
Dice el etólogo chileno Humberto Maturana que es la ternura lo que nos hace humanos. Es ella, uno de los elementos disparadores para la formación de hábitos y actitudes. Por eso, es de fundamental importancia en el inicio de los aprendizajes de todo niño mucha más ternura de la podemos imaginar.
Como cada aprendizaje se resuelve satisfactoriamente por imitación, ellos marcan fuertemente los conocimientos futuros, más aún el modo y la forma de relacionamiento de las personas. Si sabemos y reconocemos que hay más de un lenguaje para comunicarnos, debemos reconocer que la emoción implícita en ellos produce una legitimación en el otro porque lo incorpora desde una visión integradora y holística.
Quienes adherimos a la teoría ecléctica del aprendizaje, de Robert y Ellen Gagné, sabemos que solo pasa de la Memoria del Breve Plazo (lo aprendido se guarda en ella por espacio de tres días) a la Memoria del Largo Plazo lo que nos resulta fuertemente significativo. Esta, es una de la más poderosas razones para desarrollar todas y cada una de las enseñanzas a los niños desde la más tibia de las ternuras, entendiendo por ellas el diálogo, la firmeza con argumentos, la caricia, la permanente sonrisa, el acompañamiento, la sociabilidad con sus pares, entre otros.
Cada diálogo, debería ser concebido en un escenario donde se pueda percibir mucha atención ante cada requerimiento del bebé o el niño. Así percibirá que es merecedor de toda la atención de los seres que identifica como referentes socio-afectivos.
Este largo y a veces difícil camino, por no visualizarse resultados inmediatos, es la mejor preparación para ayudar a modelar una personalidad segura en acciones futuras. De cada integrante del grupo de referencia, deberá recibir el aliento permanente ante los logros y el límite preciso y explicativo que le ayuda a diferenciar lo correcto de lo no correcto, según los valores fundantes de su propio grupo entorno socio- afectivo. Al mismo lo integran la familia, sus amiguitos, las instituciones a las que asisten entre otros, con el propósito de fortalecerlos en la conformación de una personalidad sociable y afectiva.
Maturana sostiene que desde la biología del amor se legitiman las personas y por derivación las sociedades, y esto nos lleva a pensar necesariamente que la mejor comunidad de aprendizaje sigue siendo el entorno socio afectivo cercano. Es el que premoldea cada una de las acciones del devenir humano hasta que acontece el proceso identificatorio individual más personalizado con el ingreso a la escolaridad. Por esto cada palabra, cada gesto, cada emoción que podamos entregar cargada de ternura, asegurará que desde la memoria del breve plazo pase como aprendizaje definitivo para sí para los demás.
Son los primeros tiempos los mejores para una siembra asegurada, por eso podemos decir no renuncies a la ternura de entregarte desde las mejores emociones.
Córdoba, abril de 2008